domingo, 17 de mayo de 2009

Pasión en el Cine

Nunca me canso de decirlo: "Lo que no me pase a mi..."
Os cuento amigas:
A grandes rasgos "El Código Da Vinci" me gustó, así que estaba un poco a la espera que estrenaran: "Ángeles y Demonios", por lo que el sábado me pongo toda mona y... !Pal cine que vamos niña!
Yo como siempre, me meaba y teniendo en cuenta que la peli duraba dos horitas, decido ir al water close (que es más chic ;) ). Qué lejos estaba el maricón. Tuve que cruzar la pasarela hasta el final (los que conocéis el Plaza de Armas ya me entendéis), como las modelas y yo toda mona... un gran binomio.
Bueno que me pierdo...
Entro en el WC y está desierto, normal: tampoco es que el centro comercial esté muy concurrido.
Escojo puerta para mi imperiosa necesidad. Entro, cuelgo el bolso, me bajo todo lo que me tenía que bajar y nada tía, no falla, ahora no puedo mear, !Mierda!
Así que pensé: "Bueno, tendré que esperar".
En toda esta parafernalia, mientras que entro, no entro, meo, no meo, noto que hay otra chica en la cabina justo a mi lado. No hacía nada de ruido tú ya sabes: chorritos, el ruido de la hebilla del pantalón, la cisterna... pero no le doy importancia.
A lo que voy. Yo allí toda diga en cuclillas esperando a me que vinieran ganas y de repente amigas no os lo vais a creer... veo que se asoma una cabecita rasa al suelo desde la cabina de al lado.
"¿Pero serás hijo de puta? Sal de ahí cabronazo que te voy a arrancar la cabeza!!! (perdón por el bocabulario pero peores cosas os he escuchado yo!)
Me salió toda la chonchi-choni-cani que llevo dentro.
Lo mataba mari.
Me subo la ropa y me cuelgo el bolso en tiempo record, no fuera a ser que se escapara, porque a ese le daba yo. Ese no sabía lo aprensisivísima que soy con el tema machista, mirón y dice gilipolleces a las tías. Tenía sus días contados.
Salgo del cubículo y me doy cuenta que el pedazo de mariconazo (no se ofendan las amigas maricas), está todavía encerrado en la cabina del vater. Sin pensármelo dos veces me pongo a darle a la puerta amenazándolo. Y justo cuando salía para buscar a alguien responsable del centro, se abre la puertecita y me veo:
A un chaval de entre 14 y 16 años con un móvil en la mano (!!!!!el cabrón me había hecho fotos!!!!!!) y diciéndome: "Perdone Señora". Todo cagado de miedo.
¿PERDONE SEÑORA??????
Justo en ese instante, pensé que me lo comía. Y tiene la desfachatez de llamarme SEÑORA!!!!
Al ver que estaba cagado de miedo, porque el niño medía lo mismo que yo, me envalentoné, lo cogí inicialmente de la camiseta por la pechera, le di una ostia en todo el careto de cerdo y lo saqué a rastras hasta el hall del baño.
"Perdone señora", - me decía repetidamente. Con lo que yo más me enfadaba...
Cuando por fin conseguí sacarlo, que el cabrón encima me decía que lo le empujara, ya en la pasarela que antes dignamente había cruzado como una gran top, ahora me disponía a hacerlo con un pajillero con granos cagado de miedo y yo con un ataque de nervios.
"!Seguridaaaad, seguridaaaad¡
Llegó alguien de seguridad y lo sacó de allí. Vaya cara de gilipollas que se me quedó a mi.
Todavía hoy me parece acojonante, mientras escribo estoy me estoy tronchando de risa pero en el momento perdí un poco la compostura y me puse más nerviosa de la cuenta. Que ostión se llevó, eso seguro que no se lo esperaba el mamón, espero que le sirva de escarmiento.

Creo que con lo del paro tengo sufieciente. ¿Alguien da más?

jueves, 14 de mayo de 2009

Sus labores.





Ya no me acordaba de lo triste que es no tener que ir a trabajar. Los primeros días no era muy consciente de lo que se me avecinaba, pero mediante van pasando las semanas, soy más conocedora de la realidad.

"Ah!. No te preocupes, tómatelo como unas vacaciones", me dicen muchos. Pero ya esas vacaciones dejaron de tener gracia y los días "de vacaciones" se hacen eternos.

Aquí estoy, una noche más sin tener que levantarme para algo mañana.

Ya me ocurrió algo parecido hace una año aproximadamente, pero esta vez la situación es diferente, esta vez es ya insostenible. Me acostumbré a ir a trabajar.

Para algunos será increíble leer esto, pero para mi el trabajo dignifica. La sensación de sentirme útil, productiva y que ese esfuerzo diario tiene a final de mes una recompensa, me compensaba.

Tenía su gracia. ¡Qué cosas¡

Me paso la mayor parte del día sola... ejerciendo de ama de casa. Sus labores, ¿no se dice así?

Completa y absolutamente denigrante. Todos con los que cuento, hacen sus cuentas en el trabajo, el cual les ocupa la mayor parte del día.

Hago la compra, hago la cama, hago la comida y a la espera de la llegada de mi maridito que me diga que buena está; y se marcha de nuevo al trabajo (porque él si tiene eso que yo tanto deseo: TRABAJO.

Una hora triste, en la que sólo puedo pensar en lo desgraciada que me siento por esta situación en la que me encuentro. Él se vuelve a marchar y aquí sigo yo, a mis tareas. Qué cosa más fea, tareas.

Solo me repongo a ratos, pero ya estoy cansada de buscar algo decente en la tele o en Internet.

Me gusta la soledad, más que a un tonto un lápiz, pero cuando la busco; si ella viene a por mi, tampoco tiene gracia.

También, más que nadie sé, que la solución la tengo que encontrar yo, pero por ahora solo he encontrado miedos y tristeza.

¡Joder!. Todo el mundo está tan ocupado, que los primeros 5 minutos, valiosos 5 minutos del tiempo de cada uno, me siento escuchada y comprendida. Al minuto 6, cada uno piensa en sus problemas laborales y mi situación parece tan estúpida que me siento como una estúpida.