Cada día estoy más convencida que hay mirar por uno mismo.
Te esfuerzas, revelas todo lo que tienes ahí dentro en alagar (en cualquier sentido de la palabra) a alguien, aunque pensándolo bien ya se le puede llamar cualquiera si es que no lo ve. ¿Qué encuentras por respuesta? Mejor no te lo digo, lo sufres o lo sufrirás igual, porque al final, nadie se libra de la incoherencia del cercano. Me dan ganas de vomitar.
No sé si han sido circunstancias vitales o realismo, pero desde que tengo uso de razón, mejor que quedo con la visión romántica del incoherente, lo he percibido en experiencias propias y ajenas.
¿Tan difícil es pensar en los demás? Y si tan complicado es…¿lo es más exhibirlo?. Quizás ese sea el mayor problema. El miedo al exhibicionismo de nuestra esencia, de lo más cercano a lo que ni siquiera nosotros mismos conocemos. ¡Qué pena!
Experiencia habla y me da la razón aunque como soñadora, busco un todo mejor a corto plazo.
jueves, 9 de octubre de 2008
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