martes, 18 de noviembre de 2008

Recuerdos

Hasta el momento, no he tenido un momento realmente trágico en la vida.

Como todos, he sufrido por diferentes motivos (tengo que admitir que soy una sufridora nata) pero me puedo considerar afortunada porque en el fondo todo ese dolor,que en ese instante me parecía lo peor del universo, ahora, después de unos años, me he dado cuenta de que sólo eran gilipolleces de niña mimada. O mejor dicho, el dolor es lo primero que se olvida.

Me puedo considerar afortunada porque he tenido una niñez feliz; todo lo que recuerdo, que tampoco es mucho (niña, rabitos de pasa...) me viene con un olor a felicidad plena. Cierro los ojos y me sale una sonrisa.

Los recuerdos nítidos son pocos.
Uno de ellos es en casa de mi abuela paterna. Tenía una vivenda en la C/ La Cruz que yo recuerdo gigaaaante. He pasado por allí alguna vez que otra, pero está cerrada y medio en ruinas. Qué pena era un sitio genial.
Tenía mil habitaciones donde buscar tesoros. Tenía un patio rectangular con caño en el medio por supuesto, y una arcada de medio punto que lo rodeaba. Tenía macetones gigantes con plantas prehistóricas que me parecían lo más de la jardinería. Todavía hoy, cuando las veo por ahí, aunque ya solo existen en ese tipo de patios, me hacen viajar allí. Alucino con ese tipo de cosas.

Tenía mil habitaciones en esa planta baja, donde cualquiera de ellas simulaba aquellas muchas de las escenas de "La Casa de Bernarda Alba".

Tenía magia, ¿sabes?.

Lo que más pena me da de todo esto, es que no recuerdo olores. La nariz, junto al tacto, mis sentidos fetiche (otro indicio más que prueba que en el fondo soy un poco más hombre), los que me hacen disfrutar del mundo.

Estaba sintiendo todo esto mientras escribía, pero he tenido que cortar el ritmo y se me fueron muchos recuerdos. Poner la vista atrás, cuando es muy atrás, se hace complicado. No había probado nunca este ejercicio; noto como se estrujan las neuronas jejeje, que trabajen que a veces no sé quién es peor.

Me apetece seguir divagando. Me apetece recordar todas estas cosas. Me ha venido a la mente una escena en la guardería. Otro lugar maravilloso también en cuanto a arquitectura se refiere. Curiosamente, también disponía del mismo tipo de patio con esos bichos prehistóricos.Qué pasada de patios, te dan la vida.

Era una casa de tres plantas en la C/Almoraima, cerca de correo, organismo oficial, donde poníamos las cartas cuidadosamente escritas a mil colorines tanteadas con retus,dirigidas a los Reyes Magos.

En ese mismo patio, se desarrollaba la actividad recreativa, aunque no recuerdo bien ni lo que se hacía ni lo que se decía ;). Sé que en una esquina del mismo, había una escalera, por supuesto secreta, que te llevaba a otro patio en un nivel inferior.Qué cachondo los tapones que se montaban ahí.

Otro de mis momentos hiperfelices, son los muchos veranos de mil juegos en mi playa sanroqueña. Sí, mi playa, porque es mía. Son míos todos esos recuerdos tenidos de sal.

Tendría que ser super pequeña, porque me miro los pies y son enanos. Al agachar la cabeza para mirarlos, se me viene el pelo a la cara, reconozco el corte, y la textura de éste. Calculo que entre 5 ó 6 años. Peluca lisa y rubia, cejas negras y más negra todavía la piel de estar todo el día metida en el agua haciendo el pino.Ya sabes, aprendes algo nuevo y no puedes dejar de hacerlo.

Te pongo en situación. Hace millones de años cuando se podía acampar en la playa, la gente de La Línea, como es muy como ya todos sabemos, se montaban unas pedazo de casonas de madera con agua corriente y electricidad. Alucinabas, a mi me parecían palacios. Cada familia tenía su propio dormitorio y todos cocinábamos juntos. Era como estar de camping continuo durante varios meses. Los veranos antes si que eran largos :(

Estos receurdos son los que saben dulce en el paladar. Antes la vida sí que tenía otro color. Creo que me puedo considerar una persona afortunada aunque ya no viva esos años. Tengo familia y amigos que me quieren y me lo demuestran, tengo pareja, que me hace sentir la persona más especial del mundo cuando cuando estoy a su lado, tengo un trabajo, que pese a ser trabajo, no está del todo mal. Tengo un hogar sevillano, que aunque con desconchones, es mi hogar y me gusta pasar el tiempo allí. Todos queremos tener más de lo que disponemos, pero creo que a veces también hay que saber conformarse; cuento que no me aplico, por supuesto por Dios, pero algunas veces no vendría mal.

Gracias a todos los que me hacéis feliz.









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